ESTHER

Caminaba en la inevitable dualidad de dos sensaciones algo contradictorias.
Ella camina junto a mi desde que recuerda mi conciencia: confidente de mis sensaciones, de mis vivencias; apoyo de mis inseguridades, de mis fobias; critica y tolerante con mis intransigencias, mis complejos.
Amiga fiel; Fiel amiga.

Compañera de sangre, a la que no reconocí durante mucho tiempo, pero que encontré en un hito del camino, sin saberlo, sin quererlo, inevitable. Y se convirtió en todo un descubrimiento, que hice poco a poco, que hicimos. Las dos nos fuimos indagando, conociendo a cada paso, con cada experiencia, con cada momento vivido y compartido, comparables algunos, otros opuestos.
Y en las duras; y en las maduras.

En los buenos y felices momentos; pero también en los malos, que es donde hemos aprendido a querernos más, a comprendernos, a apoyarnos y decirnos todo lo que pensábamos la una de la otra. Momentos que nos han costado la vida, que se nos han hecho tan fáciles después, de los que hemos disfrutado después riendo.

Y cada día me sorprende más, sobre todo con su cariño y entrega. También con un despego que a veces ( no puedo evitarlo ) me sorprende y desagrada, pero que entiendo y comprendo, porque los años nos hacen separarnos irremediablemente: Escoger significa renunciar: y eso hacemos cuando tomamos decisiones que implican, a veces sin quererlo, a los demás.

Y quedarme sin recursos, estupefacta cuando me di cuenta de sus miedos, de sus frustraciones, de sus inseguridades.... Su debilidad se me rebeló como algo desconocido. Y descubrí que no era la mujer gélida de hierro que me pareció ver en algún momento: tonta de mi por pensar eso. Y mi corazón abrazó el suyo en un tierno silencio, de hermandad, de complicidad, de simpatía y empatía. Y fuimos un poco más parecidas, más compañeras, si cabe un poco más hermanas, si es posible esto.

Mi amiga. Mi hermana pequeña. Mi pequeña hermana.
Ponte buena prontito. Recupera tu energía rebosante, desbordante y arrolladora. Contágianos...Por siempre y para siempre.